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Ramana mi Maestro (preview)
Capítulo I - Ramana mi Maestro



Bhagavan Sri Ramana Maharshi fue el Maestro que reveló de forma clara y definitiva la más pura esencia del Ser. Sus enseñanzas, simples e incontestables, muestran la sabiduría milenaria de los Maestros de Oriente. Sin embargo, Ramana no puede ser rotulado como uno más de los Maestros de Oriente, limitado a un tiempo y a un espacio: final del siglo XIX hasta la mitad del siglo XX, India. Sus enseñanzas están más allá del tiempo y de las palabras.

Sri Ramana, desde muy joven, fue reconocido como un gran Avatar por todos los sabios y por las personas que lo visitaban. En la India, por las características del pueblo, hay una mayor facilidad para reconocer un Maestro, un ser iluminado. En Occidente, debido al gran interés por los bienes materiales, los Maestros eran vistos solamente como figuras singulares, interesantes para conocerlas en un viaje turístico y para pertenecer a un álbum de fotografías olvidado. Sin embargo, con Sri Ramana ocurrió un hecho diferente: su presencia impresionaba profundamente a quien a él se aproximaba para escuchar sus enseñanzas, y todos sentían en él una fuerza, o una paz, o una luz, en fin, algo maravilloso que trasciende las palabras. Su mirada y su sonrisa cambiaron para siempre la historia de los hombres.

Sri Ramana enseñó que no hay misterios para ser develados, no hay enigmas para ser descifrados, no hay grados para ser alcanzados. Todo es simple y natural. Somos lo que somos. Simplemente, somos el Ser. Las explicaciones complejas, los estudios misteriosos, las dificultades casi invencibles para la autoconcientización, pueden ser definitivamente abandonadas debido a las enseñanzas de Bhagavan Sri Ramana. El camino del autoconocimiento que él enseñó no es nuevo, por ser la revelación de aquello que siempre fuimos. Su claridad y simplicidad son sorprendentes. Si todo es tan simple y claro, ¿cómo puede haber tantos equívocos, durante tanto tiempo, en el conocimiento de la Verdad?

Bhagavan Sri Ramana, el sabio de los sabios, vivía en constante unión con el Ser Supremo. Cuando daba sus enseñanzas, lo hacía afirmando con mucha simplicidad. No había dudas sobre el camino de la autoconcientización por él enseñado. No existía problema con relación a la revelación de la Verdad, pues ¿quién revelaba a quien, en un estado mucho más allá de la forma?. Toda enseñanza del Maestro Ramana es una manifestación divina. Recuerdo que una vez, uno de nosotros preguntó si él sabía todo sobre la manifestación, y Bhagavan Sri Ramana respondió sonriendo: "Yo no sé nada, apenas siento".

Bhagavan Sri Ramana se volvió bastante conocido en Occidente en las últimas décadas, después del interés que surgió por el Oriente, cuando los valores occidentales comenzaron a ser refutados. A partir de la década del sesenta, ese interés se intensificó y el milenario conocimiento de los Maestros pasó a ser estudiado por personas de las más diferentes categorías. Ese conocimiento vino, sin embargo, revestido de ropa extravagante y misteriosa, inaccesible a la mayoría de las personas. Muchos de los que adhirieron al pensamiento oriental intentaron crear en tomo de sí un ambiente que imitaba las costumbres, la alimentación y las vestimentas del Oriente. En la mayoría de los casos, esas personas terminaron desistiendo de su búsqueda, juzgándola imposible o ilusoria. Lo que ocurrió, sin embargo, fue que el Oriente fue imitado en su apariencia exterior. La esencia de los sagrados conocimientos, de la sabiduría de los Grandes Maestros, fue apenas levemente alcanzada, superficialmente aprendida, y aun en forma imperfecta y llena de equívocos. ¿Cómo puede el conocimiento absoluto ser limitado a determinados ambientes, a condiciones externas, a costumbres específicas de algunos pueblos?. Lo Absoluto, por su propia naturaleza, es omnipresente, sobrevolando las costumbres. Sólo es necesario concientizarse de él, sentirlo.

Con el advenimiento de ese nuevo interés, muchos se presentaron como Maestros. Todo es una cuestión de oferta y demanda, siempre existieron los intermediarios, aquellos que se aprovechan de la oportunidad para ofrecer mercaderías exóticas, generalmente falsas. Muchos líderes fundaron nuevas religiones, sectas, y propusieron una infinidad de caminos filosóficos. Establecieron nuevos patrones de comportamiento, nuevos caminos para los que deseaban seguir las enseñanzas de los grandes Maestros. Sin embargo, esos caminos creados sólo apartaron cada vez más a las personas del verdadero objetivo espiritual, porque estaban revestidos de símbolos y parábolas extrañas, que tienen significación solamente externa y en nada ayudaron en el proceso de autoconcientización. La Verdad Suprema fue omitida justamente porque tales líderes la desconocieron, a nivel de vivencia. Revistieron de formas confusas las enseñanzas simples, promoviendo cada vez más la confusión en esa área.

La afirmación constante de que somos el Ser y la plenitud de las enseñanzas de todos los Grandes Maestros no nos dá la oportunidad de errar. Estar con el sabio Bhagavan Sri Ramana es estar en el Ser. Con su orientación, podemos percibir aquello que somos. Esa es la gran fuerza del camino directo que ese gran Avatar nos trajo. Nos mostró todo lo que somos y lo que no somos. En ningún otro camino se puede notar tan clara y coherentemente lo que se es y lo que no se es. El camino directo enseñado por Sri Ramana es supremo. Él vino para finalizar este ciclo e iniciar otro. Para quien quiere liberarse de toda la ignorancia del no ser y tornarse conciente del Ser absoluto ese es un camino completo. No hay otro más directo, más simple. Es así que Bhagavan Sri Ramana y todos los otros Grandes Maestros indican, abriendo esa puerta para que los hombres retomen al estado natural de ser.

Cuando alguien nos llama y pregunta por nosotros, todos tendemos a decir "yo", y al decir "yo", automáticamente apuntamos para el pecho. Eso es una forma espontánea, natural, de apuntar donde se refleja la conciencia de ser. Por eso, Sri Ramana aconseja sentir el lado derecho del pecho, pero sin definiciones, sin pensar, sin analizar. En eso consiste toda la técnica de autoconocimiento indicada por él. Como siempre ocurre, las cosas más importantes son las más simples. Lo difícil es volver prácticas las enseñanzas. Y es difícil porque el hombre es complicado. No es que la Verdad sea complicada, confusa o demasiado abstracta para percibirse, sino porque la mente pensante en cada hombre, es la que lo induce a imaginar así y a esclavizarse por la manifestación temporaria. A muchos puede parecerles extraño que solamente con esa técnica, en cierto modo simple, sea posible encontrar la solución para los problemas fundamentales existentes en el planeta.

Bhagavan Sri Ramana enseña que sólo nos debe importar procurar nuestra real identidad, la divina, pues somos divinos en esencia. El hombre se ignora como siendo el Ser Supremo y confunde su naturaleza divina con el ego profano, con la mente pensante. Cuando alguien dice ''yo'', ¿ qué es lo que quiere decir? ¿Quién es realmente ese "yo"? ¿De dónde surge? Si el hombre desea conocer la Verdad Absoluta, primero deberá adquirir el conocimiento básico de sí mismo, o sea, de ese "yo" al que se refiere constantemente.

Para el conocimiento de sí mismo es suficiente que el hombre se proponga identificarse, de modo incesante, con la Verdad Suprema, y que al hacer eso, sienta el lado derecho del pecho, pues es en esa región que el Ser Absoluto se refleja. Esa técnica simple es el primer paso en dirección a la autoconcientización, aunque tal posibilidad depende totalmente de la gracia de encontrar un Maestro y recibir de él la sagrada iniciación. Tuve la felicidad de pasar por esa experiencia. Conviví con mi Maestro, Bhagavan Sri Ramana, de quien asimilé toda la técnica de autoconcientización.


Bhagavan Sri Ramana


Bhagavan Sri Ramana nació en el Sur de la India, en el año de 1879, en una aldea llamada Tiruchuzhi, y recibió el nombre de Venkataraman. A los catorce años de edad se preparaba para entrar en la universidad de Madras. Hasta entonces, nadie podría sospechar que allí estaba aquél que más tarde iría a convertirse en el sabio de los propios sabios. Él era un muchacho lleno de salud, amaba los deportes y los ejercicios físicos. La única característica destacable con respecto a sus estudios, era una sorprendente memoria que le permitía un aprovechamiento brillante, que le hacia repetir de memoria la lección oída sólo una vez. Sin embargo, Ramana sentía que aquellos estudios no tenían para él ninguna utilidad. Quería otro tipo de sabiduría, pues la sabiduría del mundo material no podía volverlo conciente de la verdad de ser ni darle el poder de vencer la ignorancia espiritual.

La única obra espiritual que impresionó a Ramana fue el relato de la existencia del gran Maestro Kabir y sus descripciones de la vida de los sesenta y tres santos del culto de Shiva. Con ese libro se establecía en Ramana la plena felicidad por percibir que lo divino podía manifestarse en la Tierra. Fue impregnado de una autoseguridad y fervor divino tan intensos, que sintió inspirarse en ella búsqueda del Ser Supremo. Resonaba en su interior la palabra "Arunachala", que es el nombre de una montaña sagrada, en un lugar llamado Tiruvannamalai. Él sentía que allí podría encontrarse el local adecuado para dedicarse con exclusividad a la meditación, para concientizarse de la Verdad Suprema.  

Algún tiempo después, tuvo una experiencia extraordinaria. Estaba en su cuarto cuando, súbitamente, sintió que se integraba en el universo. Su reacción fue totalmente indiferente delante de ese sentir. No pidió auxilio a nadie, apenas se acostó en el piso de madera observándose a sí mismo: el cuerpo se había vuelto estático y, de cierta manera, rígido. Él preguntó: "¿Quién soy yo? Mi conciencia no es alcanzada absolutamente". Entonces comprendió que era completamente independiente del cuerpo físico, de la mente pensante y de los sentidos. Sentía apenas el pulsar cósmico y concluyó: "Soy Conciencia". Ramana tuvo también la sensación de que su cuerpo estaba quemando. Se acordó de las enseñanzas de Krishna: "Las llamas del fuego pueden quemar mi cuerpo, mas no pueden quemar mi existencia." En ese mismo momento, sintió la presencia de Sri Krishna en todo su esplendor diciéndole: "Usted no es el cuerpo, ni la mente pensante. Usted no nace, ni muere. Usted es eterno y presente. Usted es inmortal. La destrucción del cuerpo no es su destrucción. Las armas no pueden cortarlo, las llamas del fuego no pueden quemarlo, el viento no puede secarlo, el agua no puede mojarlo y la muerte no puede matarlo".

Poco después de eso, Ramana abandonó su lar sin indicar su destino. Dejó apenas un billete a su familia pidiendo que no se preocupasen en buscarlo, pues su propósito era honesto. Llevó consigo sólo el dinero suficiente para el pasaje con destino a Tiruvannamalai.

Permaneció en esa región toda su vida. Primero se instaló en varias cavernas y templos. Estuvo algunos años en una gruta, en Arunachala, llamada Virupaksha, donde permanecía inconsciente de su cuerpo, en profunda meditación. Aún después de haber aniquilado la mente pensante, el ego y los sentidos y estar en plenitud de conocimiento y conciente del Ser Supremo, Sri Ramana continuó viviendo en la gruta. Como llegaron muchos discípulos, se mudó entonces, definitivamente, para un Ashram que fue construído al pie de Arunachala. A ese local llegaban personas de todas partes del mundo para aprender con él.

A pesar de Arunachala ser vista materialmente como una masa de rocas, su nombre refleja la fuerza del Ser Supremo y ayuda a aquellos que se dedican a la concientización espiritual. Eso porque la simple repetición de la palabra Arunachala neutraliza la mente pensante, dando paz a aquellos que se vuelven para ella.

En la época en que Bhagavan Sri Ramana moraba en Tiruvannamalai, la montaña Arunachala era considerada uno de los más sagrados locales de la India. Su paisaje tiene conformación agreste y llega a recordar el cerrado brasileño. Por todas partes se ven grandes piedras, separadas del cuerpo principal de la montaña, espinos y matas de cactus, campos resecados por el Sol. AI mismo tiempo, hay árboles frondosos a lo largo de los caminos, y alrededor de los pozos de agua crecen campos de un verde muy vivo. Aunque no sea un monte muy alto, domina todo el paisaje.

Sri Ramana no tuvo Maestro, pues era Maestro de sí mismo. Él vivía en la más absoluta identificación con todo y con todos los seres existentes. El pueblo lo adoraba como alguien inspirado por el divino y lo aclamaba como Bhagavan Bhagavan (el iluminado está entre nosotros), mas él repelía cualquier manifestación de ese tipo. Un grupo de discípulos comenzó a formarse a su alrededor. Encaraban al Maestro con una fé muy simple y volvíanse hacia él cuando surgían grandes dificultades o cuando sus pedidos eran atendidos. Grandes dificultades y enfermedades desaparecían. Y él siempre decía: ''Tan luego se devociona al Ser Supremo, la divina actividad automáticamente comienza a actuar". Bhagavan Sri Ramana jamás hizo demostraciones de poderes, ni siquiera tenia interés por ellos. Siempre enseñó que tales poderes no son nada además de fútiles y nocivas distracciones en el camino directo de la autoconcientización.

Un día llegó hasta él un gran sabio, Ganapati Mouni, que hizo preguntas al joven Ramana y recibió respuestas cuya sabiduría lo asombró inmensamente. Continuó a hacer preguntas referentes a los problemas filosóficos, religiosos y sobre la concientización de la Verdad Suprema. Se arrodilló delante del joven Maestro, pidiendo ser aceptado como discípulo.

Vivía en las redondezas del Ashram otro sabio llamado Seshadri Swami, muy reconocido y respetado por todos. Considerado un profundo conocedor de las escrituras, dominaba varias lenguas y era constantemente buscado por aquellos que deseaban esclarecer las cuestiones más intrincadas referentes a las enseñanzas dejadas por los Grandes Maestros. Escuchando sobre Ramana, deseó conocerlo. En el encuentro de los dos seres con tanta fama, todos esperaban escuchar largas discusiones sobre el contenido de las escrituras, largas explicaciones a respecto de las sagradas enseñanzas espirituales. Entretanto, Seshadri Swami llegó hasta Sri Ramana y, curvándose, preguntó si podría servir al Maestro cuidando de la puerta del Ashram.

Bhagavan Sri Ramana abrió para la humanidad el eterno camino de la Verdad Suprema de forma nueva, conveniente a las condiciones de nuestra época. Ese camino directo tiene por objetivo esencial ayudar a todos aquellos que quieren vencer la poderosa ilusión del ego profano y de la mente pensante, de manera de permanecer en el estado natural del Divino Ser. AI pautar el camino de la autoconcientización, Sri Ramana creó, efectivamente, la solución para todos los que buscan el autoconocimiento. Hasta entonces, el acceso a la sabiduría de los Maestros era exclusivo de los reclusos del silencio. Ramana mostró un camino posible de ser trillado libremente, conforme a las condiciones de la vida moderna.

(Extraído del libro "Ramana Mi Maestro", de Sri Maha Krishna Swami)


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